lunes, 18 de octubre de 2010

Mejor vida

El viento resoplaba sin cesar, sus ráfagas no daban respiro. El paisaje relucía su lado frío; las nubes no permitían que el sol centellara con sus haces de alegría. La ciudad capital estaba en su período más crítico, nadie permanecía en la calle, los edificios más altos estaban callados, solo se tambaleaban de un lado al otro.
En las zonas pobres las chapas volaban, los perros aullaban, más nadie permanecía fuera, pero detrás de la vieja choza se encontraban los drogadictos inhalando, como lo hicieron todo el año.
En la avenida principal de la zona más poblada, un hombre caminaba lento y tranquilo como si no tuviese un rumbo fijo; llevando sus pertenencias en mano, andaba sobre la vereda con la cabeza gacha.
En la tienda de zapatos el perro guardián lo miraba fijo, esperaba que hiciera algún mal movimiento y así tener alguna excusa para poder morderlo.
Sin respirar una anciana sacudía una vieja sabana desde el tercer piso esperando que cayera justo sobre la cabeza de ese transeúnte algún pedazo de los callos que se había limado esa mañana.
El hombre al notar dicha acción, decidió correrse a la calle, cuando ingreso en la vía de vehículos no notó, que un camión llegaba hacia el a muy alta velocidad; sin mas que mirar hacia arriba espero sin movimientos violentos, que ese camión hiciese lo que el jamás se había atrevido.
En un segundo todo había pasado, el estruendo de la bocina del camión, el grito de la anciana y el aullido del perro, eran lamentos falsos hacia un alma sin esperanzas en ese mundo.
Ahora el hombre que llevaba las cosas en la mano y caminaba cabeza gacha, estaba tirado sin respirar con los ojos dados vuelta, esperando poder pasar a mejor vida…

Escrito por Cristian Serron (CTS)

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