lunes, 18 de octubre de 2010

Harry Woldberg


Hace un par de años, Ned el famoso galán de las telenovelas sufrió un leve percance en el camino de su vida. En ese entonces vivía en su mansión de la capital, era una de las mansiones más caras, tenía la mayor cantidad de empleados en todo el país, poseía 50 hombres y más de 70 mujeres trabajando para el.
Un día se aparece en el diario una oferta de trabajo como técnico en la mansión, al otro día 200 metros eran cubiertos de gente de todo tipo y de todas las edades, todos se entrevistaban con el mayordomo personal de Ned.
Día tras día iban seleccionando personas, hasta que a las dos semanas quedaron preseleccionados cinco de los cuales ellos se entrevistarían con el propio dueño de la mansión; Ned.
Entre los cinco le llamó la atención uno solo, tenía el pelo muy oscuro, ojos pequeños y negros, y era totalmente pálido.
Sin pensarlo decidió hacer una entrevista personal, que pasaran de a uno.
Tomó la libreta y mencionó el primer nombre, “Harry Woldberg”. Entonces entró él, lo miró fijamente y le preguntó sus referencias, el joven mencionó todas, pero cuando hablaba Ned desaparecía del mundo tangible, su forma de hablar era dulce, respetuosa y segura a su vez. Estaba seguro, ese era el nuevo técnico.
Cuando regresó a tierra mencionó esas milagrosas palabras; “estas contratado”.
El tiempo transcurrió con tranquilidad y el joven se había adaptado muy bien al ambiente.
Pero al poco tiempo, el chico deja de venir; el tiempo en la mansión transcurre pero sin el.
¿Qué la habrá sucedido? Era la cuestión de todos en el lugar.
Ala mañana de un sábado tocan a la puerta, el mayordomo como de costumbre abre para ver quien es, a los segundos pasa por el cuarto de Ned y avisa que el jefe de policía estaba en la sala; sin entender porque solo se viste y baja.
Al ver al oficial, sintió un escalofrío que recorrió cada parte de su cuerpo. Lo miró fijo a los ojos y sintió una seña de desconfianza del hombre hacia el, se sentó y le pregunto a que se debía la visita. El oficial le informó, que encontraron el cuerpo de Harry tirado en unos matorrales fuera de la ciudad. Asustado, Ned se levantó de forma brusca, sin darle tiempo a reaccionar, el jefe de policía lo tomó fuertemente del brazo y sin decirle una palabra lo llevó hasta la patrulla, mientras el pobre millonario se quejaba y exigía una explicación a los gritos.
Llegado a la jefatura lo detuvieron en la peor celda; sucia, derruida y llena de personas de las cuales a nadie le gustaría estar al lado. Luego de dos horas aproximadamente aparece otro oficial que le informa, que tendría que ir al juzgado, harto de todo, Ned le pregunta por que han de encarcelarlo y juzgarlo si el es inocente. El policía lo observa de arriba abajo y pronuncia unas palabras que lo marcaron por el resto de su vida: “No puedo creer por tener dinero, se creen el centro del mundo; admita de una vez que usted apuñalo al muchacho. Nos acortará muchas vueltas…”
No lo podía creer, lo culpaban de asesinar a un inocente, sin más pensarlo le pregunto sobre las pruebas. El oficial, le informó que la navaja utilizada, pertenecía a su propiedad. Pero, ¿Cómo puede ser? Si el no cometió el crimen, ¿quién pudo haber sido?
Para tratar de averiguarlo, pensó en controlar al personal. Observó a su alrededor hasta encontrar su única esperanza, el teléfono; llamó al oficial y le dijo que tenía derecho a una llamada. El policía lo miró fijamente y abrió las rejas, con un apuro brusco pero al mismo tiempo aliviado, corrió hacia su salvación.
Tomó lentamente el tubo y disco, al otro lado de la ciudad su mayordomo preocupado por Ned, llamó a su abogado personal para ver si tenía noticias.
En ese instante suena la línea privada, el número provenía de la comisaría central, apenas notó dicho detalle, levanto el teléfono.
En la seccional Ned con total apuro le explicó todo al empleado, y le preguntó si habían rasgos sospechosos en alguno de los trabajadores de la casa. El mucamo le dijo que no salvo el jardinero que renunció por que se retiraría del país.
De repente todo era claro, el jardinero fue el asesino, pero dado todo esto, ¿qué razones tubo para hacerlo? ¿Celos? ¿Peleas? ¿Problemas psicológicos?
No podía creerlo, que su propio jardinero que hacía más de 30 años trabajaba para él. Quien iba a decir que un hombre tan honesto y gentil, hiciese eso. Una vez vuelto a tierra, Ned le informo al mayordomo que le informara al abogado y que hiciese todo lo posible para que la policía lo soltara. A la semana, los guardias de la celda le informan que habían pagado su fianza y que no se preocupara. Cuando salió a la calle estaba sin nada de dinero, de un momento a otro terminó en la quiebra. Alguien se hizo pasar por el y transfirió todo su capital a una cuenta privada restringida. Dios! ¿Era posible? El jardinero le robó, entre el silencio de la soledad suena un grito de desesperación: “Maldito infeliz! Desgraciado!”. Cuando cruzó la calle, el delegado de la jefatura lo llamó desde el otro lado, exigiéndole que venga, Ned, se imaginaba el resto de su vida tras las rejas. Pero cuando mantuvo una distancia de un metro aproximadamente, el oficial le dijo que era inocente y que comprobaron la culpabilidad del jardinero, afortunadamente lo encontraron en l aduana escapando del país.
En ese instante, todo su mundo de blanco y negro era en colores, como hacía mucho tiempo no lo sentía. Bienvenido a la vida, a una nueva oportunidad, era un hombre con todos sus derechos.
Por suerte una vez atrapado el malhechor podrán reestablecer su capital, estaba feliz muy feliz, sentía que la vida que llevaba no era la misma a partir de ahora.
Al salir afuera lo esperaba su mayordomo con la limousine invitándolo a ingresar dentro, pero el solo con un gesto de amabilidad, le dijo que no y entra la neblina de la calle en pleno invierno; desapareció dejando atrás no más que su silueta, que con el tiempo como todo se va….



Producido por: Cristian Serrón

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