lunes, 18 de octubre de 2010

El camionero

La noche estaba oscura, pocas estrellas giraban entorno a la luna que hoy mas que nunca estaba sin luz, se mostraba triste y sin fuerzas.
A lo lejos del horizonte habían montañas con una espectrante silueta, sus picos eran escalofriantes, y sin vida.
Todo alrededor de ese pueblo parecía muerto, los bosques que antes eran verdes; ese día estaban muertos no había una sola hoja en los árboles no había vida es esos suelos fértiles. Las praderas estaban secas ya ni el césped crecía era todo un simple desierto.
La pequeña ruta que va de paso y que se encuentra a un costado estaba desolada, ya ni los camioneros pasaban por allí, la estación de servicio no daba ganancias a ese pobre infierno.
Las casas se encontraban derruidas, viejas y sin motivos de seguir en pie. En este calmo y lúgubre ambiente, aparece una anciana atravesando la puerta de aquel viejo bar que cerrado se encontraba, pero no dejaba de albergar gente, que en este caso eran indigentes sin lugar donde vivir.
La persona de avanzada edad se aproxima a la ruta, observando hacia ese camino descampado, como si esperase que algún rayo de luz salvador quitase a ese pueblo de la destrucción.
Las horas pasaban y la luna seguía su camino de andar; la pequeña y decrepita anciana seguía esperando reacciones desde ese horizonte oscuro, parecía que ese camino viniese directamente del inframundo.
El tiempo vuela cuando uno solo se pone a pensar en lo que mas desea, como la noche pasaba y todo era soledad, la pequeña e indefensa viejecita se puso a pensar en como desearía ser joven de nuevo; volver a tener dinero como antes. Entre sus pensamientos, pasa uno que la estremeció; el volver a tener sexo.
¿Porqué asustarse por algo tan natural? ¿Qué acaso una anciana no puede tener relaciones como las jóvenes?
Bueno, eso ya no importa porque esta sola cuidando a sus cinco nietos, no tendría tiempo para eso.
Fue cuestión de un momento para que esa luz incandescente apareciese, los ojitos débiles de la anciana se encandilaron.
Parecía que el inframundo dejaba de ser un mundo de muertos, para darle paso al paraíso. Entonces, un vehiculo muy grande se aproximo hacia la vereda donde permanecía. Cuando las luces dejaron de ser incandescentes, la viejecita noto que era un camión de una gran empresa; en un instante en camión se detiene delante de ella. Cuando menos lo espera, asoma un hombre por la ventanilla y con un arma dispara sin piedad. ¿Cuál fue tu razón camionero? Ya de que vale, lo hecho, hecho está.
Pasaron minutos para que el camionero dejase de ver el cuerpo de la anciana sin vida, cuando volvió a tierra, subió al camión y llorando sin desconsolación siguió su rumbo hacia el centro de la ciudad. Cuando llego a la plaza principal, tomo el rifle y salio a recorrer la ciudad.
Los días pasaban, y cada cuerpo en movimiento que encontraba disparaba sin control. Luego de la semana, creyendo que el pueblo al fin estaba completamente muerto; subió a su camión, y sin esperar mas se fue del pueblo con la culpa del hecho y el pecado que había cometido.
Años más tarde ese inframundo, había pasado a un parque de diversiones de grandes dimensiones.
Ya nada valía lo mismo, ni siquiera las vidas que permanecían enterradas bajo la montaña rusa…

Escrito por Cristian Serron

No hay comentarios:

Publicar un comentario