sábado, 3 de marzo de 2012

Cafe Canibal - Parte IV

Armin Meiwest, el caníbal de Europa mas famoso del mundo. Aquel mismo que mato a un hombre en su casa y congelo sus partes para comerlas luego. Aquel asesino cordial que mato a Armando Bern (su víctima), por pura petición de este. Como no conocerlo. Es mas, ese vídeo: ese audiovisual que registro el momento en que el caníbal lo descuartizo parte por parte para prepararlo para la cena, lo tenia, fue su consuelo sexual durante años.
Pensó durante 20 minutos con su mano bajo el mentón y con su mirada perdida. Cuando reacciono nuevamente, fue para enviarle un correo electrónico a esta chica, diciéndole que el tiene el vídeo y que se lo dará si cumple una sola condición.
Jenny no tardo en responder que no piensa entregar ninguna parte de su cuerpo a cambio de ese vídeo. El, simplemente lanzo una sonrisa malévola y contesto: “No te preocupes, no estoy interesado en carne tan tierna: simplemente te estoy dando la oportunidad de ver, lo que tanto anhelas en vivo”.
La chica respondió, que era española y que por presenciar el acto, seria capaz de viajar a donde sea: pero solo quiere estar con consentimiento de la víctima.
Largo resoplido lanzo el muchacho, parecía que esta cría lo estaba descolocando. Menciono que la víctima lo permitió, y que si realmente quiere estar, que se tome el primer vuelo a chile cuanto antes, porque dentro de dos días iba a ocurrir.
Durante unos minutos reflexiono si lo que había hecho le afectaría. Pero el no planeaba dejarla ir, el quería tener el banquete de su vida. Lo enloquecía su imaginación, estaba al borde de un orgasmo sin fin. Se preguntaba que sucedería cuando estuviese allí, deliraría de placer...

Al otro día despertó nervioso y exaltado, sus pesadillas recurrentes se habían vuelto una tortura, una enfermedad, un horror. Si, ellos no estaban mas en este mundo. Su padre fue muerto en una balacera de mafiosos y su madre, su preciada y amada madre. Esa mujer que dio todo por el. Ah! Como la extrañaba, cuando se recostaba con el y le acariciaba su cabellera, mientras le cantaba cualquier canción que se le cruzara por la cabeza. No importaba si era un desastre musical, su voz lo calmaba y lo amansaba. A veces lloraba por ella, la extrañaba demasiado; pero siempre se terminaba consolando igual. Pensaba que ella estaba en el paraíso, viviendo una hermosa eternidad.
Cuando salio de ese momentáneo pozo depresivo, se vistió con su peor ropa y salio a la calle a buscar gente. Necesitaba contacto humano.
Cuando el sol ilumino su cara una vez que atravesó el portal de su casa, su cabeza comenzó a dolerle. Una puntada muy fuerte inundo su lado izquierdo. Con su mano derecha apretó con intensidad su frente, creyendo que calmaría el dolor. Pero el mismo seguía. Ignorando el malestar continuo avanzando. Cuando alcanzo la esquina, ya se había olvidado y ya pensaba en ir a la plaza de armas.
Cuando llego luego de caminar muchas cuadras. Vio a lo lejos algo que lo inquieto. Si, era ella, ese pelo rojizo y esas curvas. Estaba de espaldas, pero era mas que reconocible. Era Alicia, la difunta Vecina. Aquella que estaba con las tripas al aire.

2 comentarios:

  1. Cada vez se pone más atrapante y eso que no me gustaba al comienzo. No vayas a publicar la novela completa. No es recomendable. Ah y se debería poder comentar anónimamente amor.

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